lunes, 17 de agosto de 2009

Nike Revolution


El General Cruz Aurelio Muñiz Muñiz daba órdenes a un grupo maltrecho de recíén enlistados soldados del frente revolucionario, aquel vario pinto escuadrón de despeinados, prietos y bigotudos hombres, veía de reojo y sin casi respirar ni pestañear al barrigón coronel que se paseaba de un lado a otro, como pensando las palabras de aliento que diría a sus tropas antes del combate. –¡Pelotón, fimes!, gritó Cruz, y se acomodó el cinturón y las municiones que cargaba en los hombros, – Soldados hoy es un día especial para todos ustedes, hoy los caminos revolucionarios los honrarán, sus mujeres y los hijos respectivos propios o bastardos, sabrán que hoy 2 de febrero de 1910 ustedes enfrentarán una causa justa, las banderas gloriosas ondearán en honor a la sangre que están a punto de derramar, el enemigo está a sólo 400 metros al norte por aquella colina, se acercarán con rapidez hacía pa' aca e intentarán derrotarles con sus impecables uniformes color azul, y sus condecoraciones doradas, y sus rifles de primera calidad (traídos de exportación desde Francia), pero eso no debe asustarles, ¡no señores!, sólo son doscientos hombres bien entrenados en las artes de la guerra, sólo son un puñado de grandotes que nos superan por 40 cm de altura en promedio, ¡Pero no les tememos!, de pronto  el general lanza como flecha una mirada aguda entre sus peludas cejas a uno de los soldados, –¿Verdad que no les tememos soldado?, ¡o acaso usted nos va salir gallina!, el soldado, Juan de Dios García, que era el más flacucho y chaparrito del grupo, temblorosamente responde tartamudeando, – ¡No mi general no les tememos!, Cruz se pone de pie y suelta un grito que escupe junto con un poco de tos, – Pelotón, en sus marcas, y todos los soldados se ponen en cunclillas, –¡Listos!, y el grupo de soldados levantan la cadera y enfocan la mirada al horizonte desértico como si fueran a lograrlo todo en esos momentos, el sudor cae por la frente y sortea las negras cejas y los peludos bigotes, el general Cruz divisa al horizonte pone la mano en la frente para no deslumbrarse por el sol y mira una nube de polvo que se acerca, se escucha un temblor en el suelo, que hace saltar hasta a las piedrecitas que sirven de guarida a un alacrán, se incorpora se vuelve a poner el sombrero y grita – ¡Fuera y córranle que nos alcanzan! y todo el pelotón sale escapando hacia el lado contrario de la manada que se acerca ferozmente, solo quedan las huellas en la arena de los huaraches y una pila de sombreros que van quedando de rastro. Cuando llega el ejercito enemigo a la zona todos llegan elegantemente vestidos con sus uniforme militar de gala, su sombrero alto y redondo bien puesto, el bigote meticulosamente cortado y por supuesto sus tenis nike.


Si los otros llevan Nike, patitas pa’ que las quiero...



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